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Desde tiempos ancestrales, en diferentes rincones del planeta, se han relatado historias con la misteriosa capacidad de hacer entender, de forma sencilla, el corazón de las grandes enseñanzas que nos muestra la vida, enseñanzas eternas, que por mucho que varíen los tiempos nunca dejarán de ser apropiadas. La historia de la Bella y la Bestia, que todos conocemos gracias a la adaptación de Walt Disney, es una leyenda del siglo XVI cuyas enseñanzas son en el siglo XXI de rabiosa actualidad.
El mito nos habla de un príncipe que vivía en un hermoso castillo con todas las riquezas que se puedan imaginar, pero en su corazón no había amor. El joven era egoísta, déspota y presumido. Una noche de invierno una anciana haraposa llamó a su puerta y le ofreció una rosa a cambio de que la acogiese, para que el frío de la noche no la hiciese perecer. El príncipe, repelido por el aspecto de la anciana, la negó el auxilio con desdén, cometiendo el gran error de su vida. La anciana, tras el desprecio, se convirtió en una hechicera y desató el poder de su magia lanzando un hechizo sobre el príncipe y su palacio, convirtiéndole en una terrible bestia humana, y a su palacio en un siniestro paraje. La hechicera sólo le dio una fórmula para invertir el hechizo: que antes de los 21 años aprendiese a amar y llegase a ser amado, si no su aspecto se quedaría así para siempre. El joven llevado por la desesperación, se encerró en su castillo con resignación, ya que nadie iba a ser capaz de amar a una bestia. Años más tarde un viejo mercader, que acudía a una feria para intentar vender sus inventos, perdió el rumbo y la noche le sorprendió cerca del castillo encantado, el hombre desconociendo la maldición del lugar, se adentro en su interior para resguardarse del frío. Cuando la Bestia le sorprendió le hizo su prisionero, encerrándole en las mazmorras. Semanas más tarde, la única hija del mercader, siguiendo la pista de su padre, llegó al castillo e imploró a la bestia que lo soltase, ya que era viejo y estaba enfermo. Este sólo consintió hacerlo con una condición: que se cambiase por él y quedase encerrada en el castillo para siempre. Bella, llevada por el amor que sentía por su padre aceptó el cautiverio. Pasaron los meses y tras un difícil comienzo, Bella empezó a descubrir que tras el horrible aspecto de Bestia existían otros valores. Éste contagiado por la bondad de la joven, comenzó a modificar sus hábitos para hacer su estancia allí más agradable. Ella le descubrió un mundo que él jamás hubiese imaginado, ni siquiera cuando lo tenía todo y se enamoró de ella. Una tarde preguntó a su amada si era feliz, y ella afirmó que el único pesar que tenía su corazón era el no poder ver a su padre. Entonces Bestia regaló a Bella un espejo mágico, que le dió la hechicera con el cual ella podría ver todo aquello que desease del exterior. Cuando le pidió al espejo que le mostrara a su padre, Bella vio con estupefacción como las gentes del pueblo en el que vivían estaban apunto de ingresarle en un manicomio. El anciano en busca de ayuda había contado a todos la existencia de la Bestia y cómo Bella estaba retenida en su castillo. Los aldeanos pensaron que había perdido el juicio y decidieron encerrarlo. Los ojos de Bella se llenaron de lágrimas. No podía soportar la idea de que su padre tuviese que sufrir, la Bestia al ver el dolor de la joven la dejó marchar, regalándola el espejo para que siempre pudiese verle. Bella corrió hacia el pueblo para ayudar a su padre, pero esto no era fácil, aquella historia de la Bestia a todos les parecía razón suficiente como para encerrarle, así que Bella para que la creyeran sacó el espejo y mostró la imagen de Bestia. Ante tan horrible imagen los aldeanos organizaron una expedición para acabar con aquel "horrible ser" y desoyeron a Bella que no paraba de enumerar las virtudes que este tenía a pesar de su aspecto. Cuando llegaron al castillo la Bestia se dejó prender sin resistencia, ya que sin su amada no deseaba vivir. Cuando Bella llegó, encontró a la Bestia muerta en el suelo y comenzó a llorar sobre su cuerpo, porque a pesar de su aspecto monstruoso se había enamorado de su esencia. Las lágrimas de Bella invirtieron el hechizo y el cuerpo de la Bestia comenzó a transformarse en el del apuesto príncipe que había sido: que tras haber aprendido a amar dió a los demás mucho más de sí mismo y aprendió a ser feliz.
¿Cuántas veces por temor a que nos hagan daño encerramos nuestros sentimientos y nos convertimos en bestias incapaces de amar?. Tal vez nuestro aspecto no varíe, pero dejamos de darnos a los demás por pánico a que nos hieran y nos convertimos en personas egoístas, que por miedo a vivir lo malo se pierden lo bueno. ¿Cuántas veces el miedo a no conseguir nuestros sueños hace que nos encerremos en nuestro castillo interior, y nos negamos la felicidad por no enfrentarnos a la frustración que tendríamos si no la lográramos?.
¿Cuántas veces, y más en nuestros tiempos, admiramos a las personas por su físico y no nos damos cuenta de que, a veces, bajo un aspecto agradable, se encuentran personas que nos dejan vacíos y que las apariencias nos engañan, perdiendo en muchas ocasiones la oportunidad de descubrir la belleza interior que hay detrás de muchas personas y de las pequeñas cosas.
Por todo esto, el mito de la Bella y la Bestia forma parte de nuestra vida cotidiana y escuchar sus enseñanzas pueden convertirnos en personas más libres que no tienen miedo de ser felices.
Las 7 reglas para dejar tu máscara de Bestia.
1. Nunca te fíes de las apariencias. El mito esta lleno de ejemplos de cómo las apariencias nos engañan: La anciana era una hechicera, el bello príncipe escondía una Bestia en su interior y la Bestia ocultaba una persona maravillosa. A veces, nos dejamos deslumbrar demasiado por la superficie de las cosas, las personas atractivas, los grandes coches, los escaparates lujosos, etc pero esto no siempre nos llena, ya que, a veces, tanta frivolidad nos ciega los ojos del alma que son aquellos con los que se descubre la verdadera felicidad.
2. Si tienes miedo de las cosas malas, te pierdes las buenas. En el cuento vemos cómo el joven príncipe al verse convertido en bestia se encierra en sí mismo y no intenta luchar por cambiar su situación. Es tal el miedo que tiene al rechazo que se condena de por vida a un aspecto monstruoso y a una vida sin amor. Sólo cuando la Bestia decide cambiar sus hábitos, para hacer a Bella la vida más agradable, consigue que ésta le ame. A veces es muy sencillo culpar a la mala suerte o a las situaciones adversas de nuestra infelicidad y no cambiar, pero sólo poniendo de nuestra parte podremos llegar a ser felices, por muy difícil que esto nos parezca.
3. Si amas algo, déjalo libre. Muchas veces el amor mal entendido viene acompañado de la posesión, que a veces mata los mejores sentimientos. En ocasiones creemos que si dejamos libre a la persona que amamos se marchará de nuestro lado, tal vez porque en el fondo no estemos seguros de nosotros mismos, o no creamos ser lo suficientemente buenos, y esto, en muchas ocasiones, hace que cortemos el aire a las personas que queremos y las alejemos de nosotros. La Bestia tenía a Bella retenida en su castillo ya que creía, que la única manera de no perderla era aplicar la fuerza. Pero el verdadero gesto de amor es dejarla libre: Bella encerrada no sabía si amaba a la Bestia o no ya que no actuaba según su voluntad. Y es tras su liberación cuando decide regresar, no por obligación sino por su propio deseo.
5. Confía en el poder transformador del amor. A veces todos estamos demasiado ocupados, llenamos nuestra vida con cosas que en determinados momentos nos parecen muy importantes: trabajo, responsabilidades, obligaciones, a veces no tenemos tiempo de hacer una llamada a ese amigo al que hace tanto tiempo que no vemos, o no dedicamos una sonrisa en el ascensor a ese vecino cuyo nombre a veces ni siquiera conocemos. Nos convertimos en autómatas y creemos ser libres e incluso felices, estamos tan ocupados... Pero, es en los momentos de enfermedad o tristeza en los que nos damos cuenta, que todo aquello por lo que luchamos, dinero, posesiones, no puede liberarnos del dolor. Si no hemos dado nada de nosotros mismos, en los momentos difíciles nos encontramos solos. En el cuento ni toda la fuerza de la Bestia ni toda su riqueza puede liberarle de su calvario, sólo el poder del amor le hace libre, Tal vez nos preocupamos de cosas que nos hacen esclavos y olvidamos lo único que nos hará libres: el amor.
6. No dejes de ser humilde. Es difícil cuando la vida nos sonríe no dejarse llevar por la soberbia. A veces, cuando lo tenemos todo, creemos que jamás lo perderemos y despreciamos a los que no lo tienen. Muchas personas, que siempre han tenido un trabajo o una situación económica holgada, se convierten en seres crueles y altivas que encumbrados en su cima no se dan cuenta de que los valores terrenales son efímeros, y que no somos mejores que los que no los tienen. La Bestia, al ver el aspecto paupérrimo de la anciana, la desprecia, y de este modo se condena. La humildad y la empatía le hubiesen salvado y todos nosotros deberíamos aprender de eso y darnos cuenta que no somos lo que tenemos sino lo que compone nuestra esencia.
7. No siempre el camino más corto es el más recto. Muchas veces nos ocurren cosas que no comprendemos, cosas que nos parecen horribles, situaciones de las que creemos no poder salir y, sin embargo, en ellas están las enseñanzas que nos harán felices, si la Bestia no hubiese sufrido el encantamiento hubiese sido un joven tan pobre que sólo tendría dinero, y gracias a la maldición, aprende a desarrollar una serie de valores que le conducen a una vida más plena.
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