La Astrología y el Poder siempre han estado, están y seguirán estarán relacionados. El Poder -ya sea político, militar, intelectual, deportivo o de cualquier otro tipo- siempre ha intentado valerse de los astrólogos por varios motivos: anticiparse a los demás, prevenir situaciones, tener información privilegiada, elegir los mejores momentos y planificar fechas e incluso hacer guerras de espionaje y contraespionaje. Sin embargo, son pocos los poderosos que admiten esta relación.
La actual Presidenta de la India, Pratibha Patil, es un claro exponente de que la Astrología sigue siendo fundamental para en la política del mundo actual. Nacida bajo el signo de Sagitario (19 diciembre 1934), es licenciada en Políticas y Económicas y diplomada en Derecho. Vegetariana, gran lectora y amante de la Astrología, algo que pudo heredar de su padre, Narayanrao Patil, que era un experto astrólogo. Pero hay algo más.
Cuando fue postulada como presidenta en el año 2007 pilló a todo el mundo por sorpresa, pero seguramente ella tenía un gran confianza, porque se sabía predestinada. Según Shekhawat, su marido y también político, siendo pequeña, un astrólogo védico le predijo que ocuparía uno de los más destacados puestos de India exactamente ese año. Y así fue como sucedió, en ese año Pratibha se convirtió en la primera presidenta de su país.
A los indios no les extraña que un astrólogo pueda ser tan certero, porque creen que cuando una persona visita a un astrólogo con una actitud de respeto, obtiene lecturas correctas. En cambio, piensan que cuando acuden a una consulta astrológica sin el respecto o el espíritu de presencia adecuado, pueden obtener lecturas equivocadas.
Algunos quieren creer que estas prácticas solo se dan en países o lugares exóticos. Así, Norodom Sihanuk, jefe de Estado de Camboya, siempre hacía los planes a largo plazo en función de lo que le señalaba su astrólogo. Pero lo cierto es que la relación del Poder con la Astrología es algo plagado de casos y ejemplos a lo largo de la historia: emperadores, papas y un largo etc. han mantenido vivo ese binomio, que, lejos de ser algo del pasado, sigue presente. Personajes históricos como Alejandro Magno o Napoleón son bien ilustrativos, así como en estas últimas décadas, casos como los de Ronald Reagan, Mitterand, Lady Di, por citar algunos.
Aunque se trató de desvincular a Ronald Reagan señalando su conexión con la Astrología prácticamente como una frivolidad de su esposa Nancy, lo cierto es que ha sido una práctica bastante común en muchos presidentes norteamericanos. Benjamín Franklin eligió la hora de la inauguración de la ciudad de Washington basándose en cálculos astrológicos. Teodoro Roosevelt, que siempre tenía su horóscopo sobre una mesa en la Casa Blanca, dijo: "Siempre fijo mi vista en la oposición de mi séptima casa de la Luna a mi primera casa de Marte."
Sabido es que la II Guerra Mundial involucró a astrólogos para su guerra de espionaje y contraespionaje, especialmente en Alemania e Inglaterra, personados en los astrólogos Kraft y en Louis de Whol.
Los césares Julio César y Pompeyo mandaron preparar sus horóscopos con todo detalle. Augusto, por su parte, confiaba tanto en la Astrología que publicó su horóscopo y mandó acuñar monedas con su signo lunar, Capricornio, aunque luego limitó la práctica de tal saber.
Numerosos Papas se apoyaron en la Astrología, como León III, Silvestre II, Pablo III, Honorio III, Urbano IV, Sixto IV o Julio II. Este último pidió consejo al astrólogo para elegir la hora de su coronación como Papa.
En Inglaterra, Isabel I seguía los consejos del John Dee, mientras en Francia, Catalina de Médicis tomó bajo su tutela a Nostradamus, tras la acertada predicción de éste de la muerte del rey Enrique II.
En España, un enorme interés por la Astrología es patente en Alfonso X el Sabio, quien capitaneaba la famosa Escuela de Traductores de Toledo y prologó algunos de los libros que allí se tradujeron en el crisol de las tres culturas que albergaba. Incluso algunas grandes obras arquitectónicas, como el Escorial siguen unos cánones esotéricos y astrológicos, que impregnaron profundamente el espíritu del monarca Felipe II.